Mauricio López: La Historia del Rector Universitario que Desafió a la Dictadura y Pagó con su Vida - HISTORIANDOLA

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Mauricio López: La Historia del Rector Universitario que Desafió a la Dictadura y Pagó con su Vida

El compromiso inquebrantable de Mauricio López, el primer rector de la Universidad Nacional de San Luis, lo convirtió en un símbolo de resistencia ante la brutalidad de la última dictadura militar en Argentina. Su desaparición, ocurrida en 1977, es un caso emblemático en la lucha por la memoria, la verdad y la justicia.





Mauricio López fue un académico comprometido, un cristiano devoto y un ferviente defensor de los derechos humanos. Su figura, aún desaparecida, sigue siendo un faro de inspiración para la comunidad universitaria y para todos aquellos que luchan contra la impunidad. Su secuestro y posterior desaparición marcan un capítulo oscuro en la historia argentina, pero también un testimonio de valentía y compromiso inquebrantable.


Mauricio Amílcar López nació el 18 de abril de 1919 en Bahía Blanca, provincia de Buenos Aires. Proveniente de una familia de clase trabajadora, su padre se desempeñaba en Correos y Telégrafos, lo que lo llevó a crecer en un ambiente humilde pero con sólidos valores cristianos, inculcados por la Iglesia Evangélica de los Hermanos. Desde temprana edad, López mostró un interés profundo por la filosofía, lo que lo llevó a trasladarse a Mendoza, donde se graduó en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional de Cuyo en 1946.


Su vida académica fue vasta y fructífera. Fue profesor de lógica y filosofía, psicología y pedagogía, y dictó cursos en múltiples institutos y centros ecuménicos alrededor del mundo, desde Berlín hasta Nueva York. Su compromiso con la educación y la fe cristiana lo posicionó como un líder natural en la comunidad universitaria y religiosa. Sin embargo, su nombramiento en 1973 como el primer rector de la recién creada Universidad Nacional de San Luis (UNSL) sería un hito en su vida y, a la vez, el preludio de su trágico destino.


López asumió la rectoría de la UNSL en un contexto político y social altamente convulsionado. La llegada de exiliados chilenos a raíz del golpe militar en Chile en 1973 fue un desafío que enfrentó con determinación. La Fundación Ecuménica de Cuyo, de la cual fue cofundador, se convirtió en un refugio para aquellos que huían de la represión de Pinochet. Junto a otros líderes religiosos y académicos, López organizó la recepción y asistencia de miles de chilenos que llegaban a Argentina en busca de asilo. Esta labor humanitaria y su postura crítica frente a las injusticias sociales y políticas lo pusieron en la mira de las fuerzas represivas del Estado.


El golpe de Estado en Argentina en 1976 y la instauración de la dictadura cívico-militar marcaron el inicio de la persecución sistemática contra aquellos que, como López, representaban una amenaza para el régimen. Su compromiso con los derechos humanos y su papel activo en la recepción de exiliados lo convirtieron en un objetivo prioritario para los grupos de tareas que operaban bajo el amparo del terrorismo de Estado.


En la madrugada del 1 de enero de 1977, la vida de Mauricio López dio un giro irreversible. Un grupo de tareas irrumpió en su domicilio en Mendoza. Simulando la entrega de un telegrama urgente, los represores entraron por la fuerza, lo secuestraron y lo subieron a un vehículo sin identificación. A partir de ese momento, su destino quedó sellado en el siniestro engranaje de la maquinaria represiva.


López fue llevado al Centro Clandestino de Detención (CCD) conocido como Las Lajas, ubicado en el Cerro Las Lajas, en el departamento de Las Heras, Mendoza. Este lugar, que hasta hace poco era desconocido para muchos, fue finalmente reconocido como CCD en un fallo histórico en 2018, gracias a los esfuerzos incansables del Movimiento Ecuménico de Derechos Humanos (MEDH) y la Universidad Nacional de San Luis.


Un sobreviviente del CCD Las Lajas, Horacio Ferraris, testificó haber visto a López en las instalaciones entre julio y agosto de 1977. Según su relato, López fue uno de los tantos prisioneros que sufrieron las atrocidades perpetradas en ese lugar. La declaración de Ferraris permitió no solo confirmar la presencia de López en el CCD, sino también establecer conexiones con otros detenidos-desaparecidos, como Osvaldo Zuin y María del Carmen Marín, quienes también fueron vistos en ese infierno antes de ser asesinados.


El caso de Mauricio López se convirtió en una causa emblemática en la lucha por la memoria, la verdad y la justicia. La causa penal por su desaparición se inició el 28 de mayo de 2004, cuando su hermano se presentó como querellante. Sin embargo, la Cámara Federal de Apelaciones de Mendoza lo excluyó del proceso, lo que llevó al MEDH a interponer un recurso ante la Cámara Nacional de Casación Penal. No fue hasta abril de 2007 que los responsables fueron imputados. Entre ellos se encontraban figuras clave de la dictadura, como Luciano Benjamín Menéndez, comandante del III Cuerpo de Ejército, y varios integrantes del Servicio de Inteligencia de la Fuerza Aérea Argentina.


El juicio por delitos de lesa humanidad en Mendoza, que concluyó el 20 de septiembre de 2018, fue un paso fundamental en el reconocimiento del CCD Las Lajas y en la condena de los responsables de las atrocidades cometidas allí. Las condenas incluyeron penas de prisión perpetua para algunos de los principales ejecutores de la represión, aunque el largo proceso judicial no estuvo exento de controversias y absoluciones que dejaron un sabor amargo en la búsqueda de justicia.


Mauricio López no solo fue un académico brillante y un cristiano comprometido, sino también un símbolo de resistencia ante la opresión. Su legado trasciende el ámbito académico y se erige como un testimonio de valentía en tiempos de oscuridad. La Universidad Nacional de San Luis lo recuerda como un faro de luz, un referente moral que, con su desaparición, dejó una herida profunda pero también una lección imborrable sobre la importancia de luchar por la dignidad humana.


A más de 45 años de su secuestro, la figura de Mauricio López sigue siendo una inspiración para aquellos que, como él, creen en la justicia, la verdad y los derechos humanos. Su memoria permanece viva en cada rincón de la UNSL, en cada estudiante que cruza sus aulas y en cada lucha por la memoria que se libra en Argentina. Mauricio López no solo desapareció físicamente, sino que se convirtió en un símbolo eterno de resistencia contra la injusticia.


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