(Por Gustavo Visciarelli) El lunes 19 de septiembre de 1955 fue, quizás, la jornada más traumática y menos contada de nuestra historia. Aquel día la Marina de Guerra bombardeó los tanques de combustible de YPF ubicados en el puerto de Mar del Plata y la Escuela de Artillería (actual AADA 601).
El ataque, que determinó el derrocamiento y el exilio del presidente Juan Domingo Perón, fue el corolario del movimiento que se había iniciado en Córdoba el 16 de septiembre. El general Eduardo Lonardi y el contralmirante Isaac Rojas, junto a un grupo de civiles, encabezaron la acción, denominada Revolución Libertadora.
Cerca las 6.40 de una jornada gris un avión naval inició las acciones, pero falló en su intento por destruir los tanques de combustible. El crucero 9 de Julio, posicionado a 8500 metros de la costa, concretó la misión. Nueve de los once tanques ardían después de diez minutos de cañoneo. La versión oficial, nunca refutada, señala que no hubo víctimas.
Cerca del mediodía, los destructores San Juan, San Luis y Entre Ríos cañonearon durante doce minutos la “Escuela de Artillería Antiaérea” (hoy GADA 601), unidad leal a Perón que había sido evacuada ante la inminencia del ataque, que destruyó la antena del radar y el tanque de agua.
El crucero 9 de Julio, a 8.500 metros de la costa, dispara sobre el puerto de Mar del Plata.
Las fuerzas navales también dispararon contra tropas del Ejército que habían tomado posición con piezas de artillería en la zona del Golf Club y que huyeron en forma precipitada.
Grupos de civiles armados se apostaron en la escollera norte con el propósito de evitar el desembarco de los marinos, produciéndose un enfrentamiento que terminó con la retirada de los partidarios de Perón.
¿La población civil había sido alertada?. La historia oficial difundida tras el derrocamiento de Perón indica que el domingo 18 de septiembre el jefe de la Base Naval recibió un mensaje del “Comando Revolucionario”, ordenándole “informar a la población por todos los medios que a partir del amanecer serán bombardeadas las posiciones que se oponen al movimiento, además de la Escuela Antiaérea y los tanques de petróleo del puerto”. Se requería, además, la evacuación la costa “desde Playa Grande hasta la Bristol en una profundidad mínima de cinco cuadras y las proximidades de los otros objetivos”.
En su edición del 20 de septiembre, LA CAPITAL informó que los bombardeos “confirmaron lo que venían anticipando algunas emisoras uruguayas”, de donde surge que a nivel local no hubo información.
Las únicas acciones preventivas tuvieron lugar en la mañana del 19 de septiembre, cuando la policía recorrió el sector costero y pidió “puerta a puerta” la evacuación de los hogares.
En verdad, el grueso de la población despertó sobresaltada por el ruido de las bombas, algunas de las cuales cayeron en viviendas y comercios del barrio Puerto. La crónica periodística del día siguiente dio cuenta de varias personas heridas, sin abundar en precisiones.
Sólo tres meses antes -el 16 de junio de 1955- la aviación naval había bombardeado y ametrallado Plaza de Mayo, con cruento saldo en la población civil. El temor de una nueva masacre no era infundado y se corporizó en rumores sobre posibles bombardeos en otros puntos de la ciudad, como la Estación de Ferrocarril.
Ello motivó que miles de marplatenses se alejaran de sus casas en busca de lugares que consideraban seguros, empleando diversos medios de transporte o simplemente a pie, acarreando los enseres que pudieron recoger.
El bombardeo sobre Mar del Plata fue el primer paso de un plan que iba a continuar con idénticos ataques sobre las destilerías de La Plata y de Dock Sud. La caída de Perón puso fin a las maniobras. El horror de aquel día sólo se vivió en nuestra ciudad.
Fuente: Diario La Capital
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