Las doctrinas económicas del siglo XVIII: El mercantilismo - HISTORIANDOLA

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Las doctrinas económicas del siglo XVIII: El mercantilismo

Se denomina mercantilismo al conjunto de teorías y principios de política económica que orientaron la acción de las monarquías absolutas,  entre los siglos XVI y XVIII, hasta el ascenso del liberalismo. No nació como una escuela económica (como sí sucedió con la fisiocracia o el liberalismo), por lo que tiene grandes diferencias entre los diversos países. Sin embargo, tiene objetivos comunes -más allá de las diferencias políticas, culturales y religiosas- en Italia, Alemania, Francia, España e Inglaterra.



El primero es que la riqueza de los súbditos es lo que hace rico y poderoso al Estado. Es decir, resalta en esa primera instancia un sentimiento nacionalista hacia los recién nacidos Estados, originados por el absolutismo y vincula ese interés por la defensa de éste, con la empresa privada.


Segundo, que sólo el comercio exterior aumenta la riqueza de un país.


Tercero, que para que esto sea posible, requiere de la protección del Estado. Los burgueses necesitaban expandirse a través de los océanos, pero lo podían hacer mejor si estaban más protegidos: era la época de los buques a vela, de los corsarios y piratas, de los monopolios estatales. En este aspecto, se nota que, si bien se destaca la defensa del Estado como un fin, es un medio para lograr la prosperidad. Pero al necesitar del mismo, requiere que se consolide un Estado unitario nacional, con un poder fuerte. Por eso vemos la relación entre la monarquía absoluta y la empresa privada en esta primera etapa de consolidación del capitalismo. Más adelante, cuando el capitalista quiera sacarse los frenos que le significa la tutoría del Estado -ya no necesita andador para caminar- va a abogar por mayores libertades.


El marco en el que se desarrolla el mercantilismo es el de un mundo que se está abriendo a la ambición de los mercaderes, a través de nuevos descubrimientos territoriales y su conquista por los imperios coloniales. Se forman asi nuevos mercados para la compra y venta de materias primas y manufacturas, y el tráfico internacional se va haciendo cada vez más intenso, pero bajo el control de los monarcas de los diferentes imperios, que prefieren negociar en forma de estructuras monopolistas (como las Compañías de Indias, Orientales u Occidentales). En España, por ejemplo, el comercio de Indias es regulado por la Casa de Contratación


Las características nacionalistas y proteccionistas del mercantilismo, pese al auge del liberalismo a partir del siglo XVIII, no perdieron vigencia estuvieron presentes en los procesos independentistas entre ellos el de EEUU en 1776-, e incluso en las luchas por la descolonización de los países dependientes



Mercantilismos bullionista, industrialista o colbertismo, y comercial


Entre las diferencias que se plantearon en la aplicación del mercantilismo, podemos destacar el mercantilismo bullionista o español, que es el que le da gran importancia al control de sus reservas de metal precioso, y el mercantilismo industrialista, francés, también llamado colbertismo. Para el mercantilismo bullionista, un país es rico si acumula oro y plata, es decir, metales preciosos. El sistema español fue muy criticado por muchos teóricos (entre ellos por Adar Smith, que le atribuyó sus defectos a todo el mercantilismo en general), ya que por contar con minas de oro y plata en América no necesitaba idear estrategias para captar metales preciosos por medio del comercio o la industria, y se dedicó a importar mercaderías, por lo que se fue destruyendo su estructura productiva. Y de este modo también fue perdiendo su caudal de metales preciosos, que fluyó hacia los países industriales o comerciantes. Francia, en cambio, se dedicó en el siglo XVII a estimular la producción de manufacturas por medio del Estado. Colbert, ministro de Luis XIV, activó la industria de productos suntuarios (con lujo), de gran demanda en las cortes europeas. Entre las manufacturas reales se destacaron la fábrica de tapices de los Gobelinos, las porcelanas de Sèvres, las sederías de Lyon, los espejos de Saint Gobain, así como también encajes, perfumes, jabón y hojalata. A fin de favorecer el comercio, fortaleciendo el mercado interno, se trataron de sacar-en medida de lo posible, de acuerdo al poder que tenía el rey sobre la nobleza feudal las aduanas interiores, los derechos de peaje y de pontazgo (paso por los puentes), controlando el monarca las aduanas exteriores.


El mercantilismo comercial fue aplicado en Inglaterra a través del fomento del transporte marítimo El proteccionismo que se instauró en el siglo XVII sobre la navegación mercante inglesa logró que se reemplazaran a comerciantes de otras nacionalidades (especialmente holandés) y se crearán grandes compañías de comercio e instituciones financieras como la Bolsa Londres y el Banco de Inglaterra La consecuencia de esto fue acentuar el control del comercio internacional y la formación de un mercado mundial, hecho que tuvo importancia fundamental para el desarrollo en esa nación de la Revolución Industrial.



La balanza del comercio exterior es la regla de nuestro tesoro


Los teóricos mercantilistas escribieron dando instrucciones o consejos tanto al rey como al gran mercader, para tratar de optimizar el sistema 10 Entre ellos se destacan Antonio Serra (italiano), Thomas Mun (inglés) y Colbert (francés). Los dos primeros trabajaron, a comienzos del siglo XVII, sobre categorías de análisis como "balanza de comercio" y "valor agregado". Mun afirmaba: "La balanza de nuestro comercio exterior es la regla de nuestro tesoro", explicando que "los medios para enriquecer este reino y para incrementar nuestro tesoro" es sencillamente "vender más a los extranjeros anualmente que el valor que de ellos consumimos". Para esto hay que estimular la producción de las cosas que actualmente importamos, a fin de autoabastecernos. Y agregaba:


"Podemos asimismo disminuir nuestras importaciones, si sobriamente refrenamos el consumo de mercaderías foráneas en nuestra dieta y atuendo, con tan frecuentes cambios de moda como se acostumbra, y cuantos más, mayor el aumento de la pérdida y la carga; vicios que en la actualidad son más notorios entre nosotros que en épocas anteriores. Y sin embargo podrían fácilmente corregirse obligando que se observen leyes tan buenas como las que estrictamente se practican en otros países contra los referidos excesos; donde asimismo, al mandar usar sus propias manufacturas evitan la entrada, sin prohibición ni ofensa, a los extranjeros en su comercio mutuo."


Para exportar, según Mun, no sólo hay que fijarse en lo que a uno le sobra, sino también en lo que los demás necesitan, de modo de poder vender lo más caro posible (sin que esto ocasiones una menor salida en cantidad).


Texto: Teresa Eggers-Brass - Maria Gallego


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