El Socialismo como respuesta a las transformaciones del Liberalismo en el Siglo XIX - HISTORIANDOLA

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El Socialismo como respuesta a las transformaciones del Liberalismo en el Siglo XIX


El liberalismo empezó a ser cuestionado a raíz de las transformaciones sociales y económicas que se producían a medida que aumentaba su influencia y a partir de 1848 comenzó a cobrar fuerza el socialismo en buena parte de los países europeos. Como conjunto de ideas y de organizaciones políticas el socialismo planteaba la igualdad social entendida como igualdad de condiciones para acceder a los beneficios materiales y culturales que había generado el mundo industrial. Esto implicaba un giro importante en cuanto a la valoración de la vida burguesa basada en la satisfacción y el goce de los bienes privados o individuales. Frente al individualismo el socialismo cuestionó la idea de que las posibilidades de vivir bien dependían solo de los individuos, de la fortuna personal, de la educación recibida o de la familia en la que se había nacido y planteó que la posibilidad de vivir bien suponía una cuestión social que involucraba a todos los hombres y a todas las mujeres por igual.





El año 1848 quedó registrado en la historia europea y del socialismo por dos razones: por un lado, porque una ola de revoluciones protagonizadas por trabajadores pobres afectó a varias capitales y centros industriales de Europa y pese a que fueron derrotadas esas revoluciones demostraron la importancia de estos nuevos actores de la política y, por el otro, porque a raíz de esas derrotas, las ideas socialistas comenzaron a articularse en programas de acción política que proponían que se combatiera el poder de los burgueses e incluso que se eliminara el mismo Estado. El Manifiesto comunista, redactado por Karl Marx y Friedrich Engels, se constituyó en el texto fundacional de esta doctrina.


Frente al derecho de propiedad privada promovido por los liberales los socialistas plantearon que los trabajadores debían controlar los medios de producción (la tierra y el capital) porque pensaban que de ese modo se evitaría la explotación de la que eran víctimas y se crearían las bases económicas de una sociedad igualitaria.


La difusión de estas ideas demostró que el ambiente social estaba fuertemente conmovido por los efectos de la industrialización, por el aumento del número de trabajadores y por el papel decisivo que ellos desempeñaban en la producción de bienes. Los ideales socialistas expresaron las esperanzas que tenían los trabajadores de superar sus conflictos con los empresarios y el Estado. Hasta 1914 la influencia liberal era generalizada porque en el marco de un sistema constitucional la clase burguesa había conquistado el derecho de participar en política y conducir el Estado. El crecimiento de la clase trabajadora puso en duda esa "misión natural" de la burguesía porque reveló que los trabajadores eran actores fundamentales en las fábricas, en las ciudades y en el mundo de la política. El lugar político obtenido por estos nuevos protagonistas de la historia fue el resultado de la acción de organizaciones específicas (los sindicatos) que en la mayor parte de los casos habían nacido bajo la inspiración de ideas y creencias socialistas. De este modo los trabajadores lograron leyes sociales y mejores condiciones materiales de vida. El socialismo también tuvo su expresión en partidos políticos que desde los parlamentos buscaron instalar discusiones que permitieran obtener leyes favorables para los obreros y también lucharon para conquistar derechos políticos que en varios países se tradujeron en leyes electorales que ampliaron la participación política.


Bragoni, Beatriz (2004). Historia. El mundo contemporáneo. Siglos XVIII, XIX y XX. Editorial Estrada, pag. 83


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