El Liberalismo: La Lucha por la Libertad Individual y el Estado Constitucional - HISTORIANDOLA

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El Liberalismo: La Lucha por la Libertad Individual y el Estado Constitucional

El liberalismo, una concepción ideológica que privilegia la Libertad del individuo frente al Estado y la sociedad y sostiene que para ser plenamente libre el individuo debe gozar y disponer libremente de sus bienes, considera la sociedad como una asociación de individuos libres, consagra la propiedad privada como un derecho fundamental, y concibe al Estado como la entidad que debe garantizar esos principios. Por eso, en sus albores el liberalismo proclamó principios básicos tales como la libertad de culto, la libertad de expresión, la libertad de comercio y de asociación y la libertad de enseñar y de aprender. Al decir de John Stuart Mill, un liberal del siglo XIX, solo el ejercicio de las libertades públicas podía favorecer la formación de gobiernos democráticos.




Estas ideas no eran aceptadas en aquel entonces. El poder era retenido por los reyes y la conquista de estas libertades implicaba ponerle límites a la autoridad del rey mediante principios constitucionales reconocidos que sirvieran para proteger las libertades individuales y los derechos básicos. De esta forma, muchas monarquías dejaron de ser absolutas y se convirtieron en constitucionales. En otros casos la fórmula de convivencia política ideada no consistió en poner barreras legales al poder de ningún rey sino en abolir el régimen monárquico e instaurar regímenes republicanos cuyas autoridades surgieran de elecciones periódicas. En Europa, el siglo XIX se caracterizó por las disputas entre absolutistas y liberales; entre los liberales, a su vez, había tanto partidarios de las monarquías como partidarios de las formas republicanas de gobierno. En cambio, en la ma- yor parte de los países latinoamericanos que se independizaron a principios del siglo XIX el orden político republicano se convirtió en la fórmula más aceptada para organizar las nuevas naciones, excepto en Brasil, que tuvo un régimen monárquico hasta fines de siglo.


En ambas situaciones, es decir bajo la forma de monarquías constitucionales o parlamentarias así como de modernas repúblicas, los principios liberales se plasmaron en constituciones escritas, lo que significa que la convivencia social era asegurada por leyes y normas aceptadas por todos aquellos que formaban parte del mundo político. El valor otorgado a la constitución escrita se debía a que solo ella hacía estable y duradero el orden social y político porque era el producto de un acuerdo alcanzado entre los ciudadanos, es decir, entre los que tenían derecho a participar en política.


Las ideas liberales fueron promovidas por burgueses preocupados por acrecentar sus riquezas y defender los principios de libre mercado y del Estado. En las últimas décadas del siglo XIX el liberalismo era la visión progresista de la política, entendiendo por progresismo a una corriente que tenía como objetivo el desenvolvimiento de las libertades públicas.

Bragoni, Beatriz (2004). Historia. El mundo contemporáneo. Siglos XVIII, XIX y XX. Editorial Estrada, pag. 82


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