Las doctrinas son, generalmente, exposiciones sintéticas de grandes líneas de orientación, y representan, en sí y en su propia síntesis, solamente el enunciado de innumerables problemas; pero la solución de esos problemas, realizada por el examen analítico de los mismos, no pueden formar cuerpo en esa doctrina sin que constituya toda una teoría de la doctrina misma, así como también de ese análisis surgen formas de ejecución de esa doctrina y de esa teoría. Una doctrina sin teoría resulta incompleta; pero una doctrina o una teoría sin las formas de realizarlas, resultan inútiles; de manera que uno no ha cumplido el ciclo real e integral mientras no haya conformado e inculcado una doctrina, enseñado una teoría y establecido las formas de cumplir una y otra. J. D. Perón –
Los objetivos permanentes del justicialismo son la Felicidad del Pueblo y la Grandeza de la Nación. El justicialismo es una filosofía de vida, simple, profundamente nacional, popular humanista y cristiana, que fijará tres banderas doctrinales, la justicia Social, la Independencia Económica y la Soberanía Política, para lograr los objetivos permanentes del Movimiento: la Felicidad del Pueblo y la Grandeza de la Nación.
Al decir filosofía de vida, nos está indicando que se trata de un sistema de pensamiento con sus valores y categorías, con su propia concepción del hombre, de la familia, del Estado, de la Libertad, de la Justicia, del Trabajo, de la Economía, de la organización social y política del Pueblo; y de una propia visualización del Mundo y sus relaciones. Al tratarse de una filosofía de vida popular y nacional, indica que se inspira en la experiencia propia del pueblo argentino en su búsqueda de afirmación de su proyecto como Nación. Y es también humanista y cristiano. El Justicialismo parte de un humanismo cristiano; cree en un hombre hecho a imagen y semejanza de Dios; en un ser portador de valores trascendentes y con una inmanente dignidad, acorde a la concepción religiosa que ha definido y caracterizado a nuestra cultura nacional.
Las tres banderas del justicialismo
Este nuevo sistema de pensamiento profundamente nacional, popular, humanista y cristiano, ofrecería a nuestro Pueblo tres banderas doctrinales que representaban, a su vez, aquella síntesis de lo social y lo nacional que encarnó el peronismo desde su nacimiento. En efecto las célebres banderas: justicia Social, Independencia Económica y Soberanía Política representan las reivindicaciones que signaron las primeras cuatro décadas del siglo XX en la Argentina, unidas por primera vez en un haz sintetizador. La Justicia Social orienta la solución de la problemática social derivada de la explotación del hombre por el hombre, pero fuera del esquema de la lucha de clases y del internacionalismo que planteaba el socialismo. La Independencia Económica y la Soberanía Política, son banderas que representan la reivindicación nacionalista frente a la dependencia que sufría nuestro país frente al imperialismo y que viabilizaban la Liberación Nacional reclamada, sin endiosamientos al Estado, como planteaba el fascismo, o a razas superiores como había pretendido el nazismo.
La Tercera Posición Justicialista
Los dos grandes sistemas de pensamiento anteriores al justicialismo, el Individualismo Liberal Capitalista y el Socialismo ‘científico» clasista y estatista, estaban encarnados en el mundo de la postguerra (a partir de 1945), en dos grandes bloques geopolíticos e ideológicos antagónicos, que se habían mantenido Aliados durante la Segunda Guerra Mundial, frente a las potencias del Eje (la Alemania del Tercer Reich, la Italia Fascista y el Imperio del Japón). La conclusión de la guerra con la derrota del Eje, en Europa con la ocupación de Alemania por las tropas aliadas, y luego en el Pacífico con la utilización de la bomba atómica contra las poblaciones civiles de Hiroshima y Nagasaki en Japón, abrirán una etapa de reacomodamiento geopolítico mundial que tendrá su formalización en las conferencias de Yalta y Postdam. En ellas los Aliados dividirán el mundo en dos grandes esferas de influencia: una bajo la hegemonía americana y otra bajo la soviética. También partirían Alemania en dos: Alemania Democrática al este y Alemania Federal al oeste. Berlín, la antigua capital del Reich, sería dividida y administrada por las fuerzas militares aliadas (norteamericanos, ingleses, soviéticos y franceses). Se levantaría el Muro de Berlín, símbolo de la división del mundo en dos grandes sistemas. Por primera vez en la historia de las civilizaciones dos grandes «imperios» surgirán como aliados de la guerra y «enemigos» de la postguerra, pero además por primera vez también, ambos bandos sostenían y defendían convicciones ideológicas antagónicas e incompatibles: las democracias liberales de desarrollo capitalista, por una parte y los socialismos de economías centralmente planificadas, por otra. El mundo parecía dogmáticamente alineado en uno u otro bando y practicaba uno u otro sistema ideológico, cuando en la Argentina nacía una nueva concepción filosófica y doctrinal, que a su vez proponía una visión geopolítica diferenciada, a partir de la revalorización del protagonismo histórico de los pueblos en sus luchas por la liberación nacional, de toda forma de imperialismo, y de viejas o nuevas formas del colonialismo.
En ese mundo dividido y alineado militar y estratégicamente, Perón levantaría el justicialismo como la Tercera Posición internacional, no como una posición a mitad de camino de ambos sino, por el contrario, como una propuesta superadora de los antagonismos ideológicos, a partir de una nueva concepción que realizaba en la práctica, con la legitimidad del apoyo mayoritario del pueblo argentino, los sueños de justicia, Libertad y Dignidad de todos los pueblos del mundo.
La primera posición era el individualismo liberal, triunfante a partir de la Revolución Francesa, sobre el que se apoyó el desarrollo del capitalismo industrial. Su consecuencia inmediata fue la ‘proletarización’ de los trabajadores y la generación de una natural reacción contra las formas de explotación inhumada que había implantado en las relaciones laborales.
La segunda posición sería la que representó a esa reacción contra la explotación: el llamado socialismo «científico» originado en los estudios y propuestas por Marx y Engels, que convocaban a la lucha de clases y a la solidaridad internacional de los ‘proletarios’ del mundo, sin barreras nacionales, para implantar la ‘dictadura del proletariado’ y comenzar a construcción del socialismo hasta llegar al paraíso comunista, donde no habría más clases ni explotación el hombre por el hombre, y ni siquiera Estado pues, desaparecería por innecesario, al ser concebido como simple instrumento de explotación, al servicio de la clase dominante: la burguesía capitalista. Al margen de los erróneos presupuestos sobre los que se desarrollaron ambas posiciones y de lo indemostrable de sus propuestas en al marco del devenir histórico, -que analizaremos más adelante; la realidad que generaron fue: la de la explotación del hombre por el hombre, en la primera y, el de la explotación del hombre por el Estado, con la consecuente pérdida total de la libertad individual, en la segunda.
La Tercera Posición o justicialismo, pretende la armonización de los derechos del individuo con los de la comunidad, con la intencionalidad de obtener la realización del hombre a partir de posibilitarle la efectiva práctica de las virtudes y no, simplemente, dándole más bienes materiales.
El justicialismo implica una preocupación ética y moral. Para lograr un hombre virtuoso en una sociedad virtuosa, será menester asegurar a todos, la posibilidad de practicar aquellas virtudes que lo perfeccionen moralmente. Y ello es Posible sólo si se lo libera de aquellas ataduras materiales que le coartan la libertad, indispensable para que exista la responsabilidad que consienta la virtud del acto que practica.
Fuente: Flores, Héctor A. El peronismo justicialista, Instituto Superior de Conducción Política, 1999.
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