El período que transcurre entre los años 1862 a 1916 se lo puede denominar como la etapa conservadora de la historia de nuestro país donde en realidad la Constitución Nacional fue un instrumento puramente formal. Como casi siempre, el poder político estaba en manos de un pequeño sector de la sociedad que también poseía el poder económico y social y por este motivo también podemos denominar a este período como la “etapa oligárquica”.
Fue a partir de 1916 cuando se produce un cambio en esta situación de poder ya que en la primera elección nacional donde se aplica el voto universal, masculino y secreto (sancionado en 1912) la unión cívica radical logró el triunfo en las urnas. La UCR era un partido que pedía el fin del fraude y la democratización de las prácticas políticas practicadas hasta entonces. Fue de la mano de Hipólito yrigoyen, el Caudillo popular y líder del radicalismo con quien llegó a la presidencia de la nación recibiendo el apoyo de importantes sectores medios y populares de la sociedad Argentina.
De esta manera la unión cívica radical se proponía cumplir con esa Constitución que fue durante tanto tiempo olvidada y maltratada. Respecto a la política económica, en realidad el radicalismo no formuló un planteo que intentara modificar el modelo agroexportador vigente. Tampoco hubo una intención de modificar las relaciones de dependencia económica con los países industriales del momento. La novedad del radicalismo en comparación con los gobiernos oligárquicos anteriores, fue considerar al estado como un instrumento que podía controlar o regular los abusos de los sectores poderosos y de esta manera apaciguar un poco las desigualdades.
Por este motivo el gobierno de Yrigoyen trató de atender las necesidades de las clases medias rurales como así también las de aquellos trabajadores urbanos. Realizó esfuerzos para democratizar la enseñanza en todos sus niveles y marcó una firme tendencia en política exterior basada en una mayor independencia que la de los gobiernos anteriores, respecto a los países más centrales.
Por la oposición de los grupos tradicionales que mantenían un importante poder las iniciativas del radicalismo no lograron materializarse y apenas tuvieron una tímida realización. La oligarquía usaba toda su fuerza para obstaculizar las políticas del gobierno y principalmente lo hacían desde el recinto del congreso donde tenían mayoría y lograban trabar las propuestas del poder ejecutivo.
Al intento de Yrigoyen de proteger a importantes franjas del proletariado urbano con leyes favorables, la oligarquía respondió utilizando su influencia dentro de las fuerzas armadas para conseguir mano de obra que formaran grupos armados ilegales que salieron a reprimir a los trabajadores.
También presionaron al Presidente Yrigoyen con la amenaza de retirar inversiones y desestabilizar la economía. Con estas y otras acciones condicionaron la acción del gobierno democrático poniendo límites a sus intentos más reformistas e innovadores.
Entre 1922 y 1928 el radicalismo continuó gobernando a través de la presidencia de Marcelo Torcuato de Alvear quien era un discípulo de Yrigoyen pero para estos años se transformó en uno de sus más fervientes opositores. Alvear pertenecía a una familia que era parte de la oligarquía así que esta traición no deja de asombrar a muchos. El enfrentamiento entre ambos dirigentes y la división del partido radical no impidió que en las elecciones presidenciales de 1928 se impusiera nuevamente el Don Hipólito yrigoyen.
Si bien su segundo mandato lo inició con un masivo apoyo electoral, al poco tiempo, el 6 de septiembre de 1930 fue interrumpido su gobierno por un golpe de estado. El General José Félix uriburu tomó por la fuerza el poder del estado derrocando a Yrigoyen para instalar una dictadura que devolvió el poder político a los grupos tradicionales o dominantes.
El gobierno de facto se trata de un gobierno que rompe el orden constitucional por medio de un golpe de estado llevado a cabo por las fuerzas militares. En este caso los ciudadanos pierden sus derechos civiles y políticos. Ahora el poder no viene del pueblo sino de un grupo reducido de personas que lo toman a partir del uso de la fuerza.
Por último digamos que la oligarquía, en realidad, nunca se había retirado del poder real ya que tenían en sus manos los resortes de la economía y los representantes necesarios en el congreso, en la justicia y en las fuerzas armadas. Fue la inauguración de un método para poder llegar al poder político que se repetirá en diferentes momentos del siglo XX.
Prof. Walter Onorato