Mientras estas notas van y vienen, varios jefes del ejército, tres pobladores de la comarca y un ingeniero agrimensor, fundan en la bahía Blanca la fortaleza Protectora. Esto ha ocurrido el 9 de abril, y, como consta documentalmente, ha sido hecho según las minuciosisimas instrucciones dadas por Rosas su verdadero y único fundador.
No se le olvidó a él un detalle, por insignificante que fuese: desde el plano y dibujo de la planta del fuerte que se construirá, hasta los cueros de carnero que deberán llevarse para “ocurrir con ellos empapados de agua a apagar alguna quemazón que pueda levantarse o sentirse en el establecimiento.”
Ha debido ir él mismo, al frente de una expedición a la que centenares de paisanos habían resuelto agregarse. Pero en esos días ha presentado su renuncia, acaso provocada por Dorrego, que ha mirado con malos ojos semejante concentración de hombres armados.
Ha transcurrido más de un siglo. La Fortaleza Protectora es hoy Bahia Blanca: una de las más ricas y bellas ciudades argentinas. El odio a Rosas, que no disminuye con los años, ha logrado que, en la historia oficial, los fundadores de la ciudad sean esos militares a quienes el envío y a los cuales les dio por escrito sus instrucciones. ¡Injusticia y miseria de los hombres!
Galvez, Manuel: Vida de Juan Manuel de Rosas. Buenos Aires: Editorial Heliasta, 1940, pág. 75-76
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