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Los antecedentes de la formación del estado nacional: de la independencia a la constitución de 1853

La formación del Estado nacional argentino, desde la independencia hasta la Constitución de 1853, fue un proceso complejo y prolongado. Aunque la independencia de España se proclamó en 1810, la consolidación de un nuevo país con sus instituciones estatales y su propia Constitución no ocurrió de manera inmediata ni sencilla. Fue un proceso lleno de avances y retrocesos, conflictos y violencia.


Entre 1810 y 1820, durante la década en la que se declaró la independencia y se libraron las principales batallas contra los realistas, fracasaron los intentos por construir un Estado que reemplazara al poder español. Durante este periodo, hubo divisiones entre los grupos dirigentes de las distintas provincias que se formaron desde 1810. Se estableció un tiempo de autonomías regionales, en el cual cada provincia se organizó de manera autónoma y se produjeron frecuentes enfrentamientos y guerras civiles. Estos conflictos involucraron a diferentes sectores sociales, como clases populares contra grupos económicos poderosos, así como enfrentamientos entre diferentes facciones dominantes, algunas de las cuales contaban con apoyo popular.

En este contexto de divisiones y conflictos, la provincia de Buenos Aires se fue consolidando como la más próspera en comparación con el resto de las provincias del interior y del litoral. Los hacendados y comerciantes porteños descubrieron en la ganadería un negocio rentable, que les permitió recuperarse de las pérdidas ocasionadas por las guerras de independencia y la competencia de los comerciantes ingleses. La demanda de cueros y otros productos ganaderos por parte de países europeos, como Gran Bretaña, así como las posibilidades de venta de carne salada en Brasil y el Caribe, impulsaron el crecimiento de la ganadería en Buenos Aires. Este auge ganadero generó una élite propietaria de grandes extensiones de tierras, especialmente en la fértil región de la pampa húmeda, concentrando la propiedad de la tierra en pocas familias en detrimento de la pequeña propiedad agrícola. Esta situación obstaculizó el desarrollo agrícola y benefició únicamente a los terratenientes bonaerenses y a los comerciantes ingleses.

A pesar de estas limitaciones, la provincia de Buenos Aires logró una nueva prosperidad basada en la ganadería y en el monopolio portuario. Buenos Aires controlaba el puerto y la aduana de la ciudad, lo que le permitía tener el control del comercio no solo de la propia provincia, sino también del litoral y el interior del país con el exterior. Así, la provincia se beneficiaba de los ingresos generados por los impuestos aduaneros sobre las mercaderías que entraban y salían por su puerto.

Entre las demás provincias argentinas se distinguían dos grandes grupos: las provincias del litoral (Santa Fe, Entre Ríos y Corrientes), que también se dedicaban a la ganadería y disputaban con Buenos Aires el control de los impuestos aduaneros y de la libre navegación de los ríos Paraná y Uruguay, y las provincias productoras de artesanías, como textiles y pequeñas industrias alimenticias, cuyo desarrollo era incipiente debido a la falta de tecnología y transporte adecuados.

Durante este periodo, una figura destacada fue Juan Manuel de Rosas, quien gobernó la provincia de Buenos Aires desde 1829 hasta 1852. Rosas, un rico hacendado y defensor de los intereses ganaderos, logró establecer cierto orden en un momento de conflicto y división tras la revolución y la independencia. Contaba con el apoyo de los sectores populares de Buenos Aires y era resistido por las élites ilustradas de la ciudad, que lo acusaban de "tirano" y "bárbaro".

En términos políticos, el conflicto central de la época radicaba en las diferencias entre los sectores de la sociedad acerca de la organización del territorio rioplatense. Por un lado, el movimiento federal proponía la autonomía relativa de las provincias y el equilibrio de poder entre ellas, sin que ninguna pudiera imponerse sobre las demás. Por otro lado, los unitarios sostenían la centralización del poder en una provincia, siendo la más comúnmente mencionada Buenos Aires. Estas diferencias se manifestaron tanto en el ámbito de las ideas como en el uso de la violencia. Durante un tiempo, los caudillos federales se unieron bajo el liderazgo de Rosas. Sin embargo, las diferencias entre Rosas y otro líder federal, Justo José de Urquiza, gobernador de Entre Ríos, condujeron a un enfrentamiento. Urquiza derrotó a Rosas en la batalla de Caseros en 1852, con el apoyo del Imperio de Brasil, Uruguay y las provincias de Corrientes y Entre Ríos.

En 1853, representantes de las provincias se reunieron en Santa Fe y sancionaron la Constitución Nacional. Sin embargo, esto no puso fin a los conflictos y divisiones entre las provincias. Los enfrentamientos se intensificaron, y como resultado, las provincias argentinas se dividieron en dos organizaciones políticas: el Estado de Buenos Aires y la Confederación Argentina, liderada por Urquiza y conformada por trece provincias que se negaban a someterse al poder de Buenos Aires. Esta separación duró alrededor de una década, durante la cual ambas unidades políticas se enfrentaron en varias ocasiones. Finalmente, en 1861, las fuerzas bonaerenses comandadas por Bartolomé Mitre derrotaron a las fuerzas de la Confederación en la batalla de Pavón.

A partir de 1862, con la presidencia de Bartolomé Mitre, se inició una nueva etapa conocida como la "organización nacional". Durante las presidencias de Mitre, Sarmiento y Avellaneda, se estableció el entramado de instituciones estatales. Mitre se centró en sofocar las resistencias federales en diversas provincias, siguiendo lo establecido por la Constitución recién sancionada. A lo largo de este periodo, Buenos Aires mantuvo un predominio sobre las demás provincias, lo que marcó la construcción del Estado nacional bajo un modelo oligárquico.

De esta manera podemos decir que, la formación del Estado nacional argentino desde la independencia hasta la Constitución de 1853 fue un proceso prolongado y complejo. Incluyó conflictos y divisiones entre las provincias, el auge de la ganadería en Buenos Aires y la consolidación del poder de Juan Manuel de Rosas, así como el enfrentamiento entre los proyectos federales y unitarios. La separación y posterior unificación de las provincias, junto con la consolidación del Estado nacional bajo un modelo oligárquico, sentaron las bases para la construcción de la Argentina moderna.

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