La Zoncera N° 30 - El "milagro alemán". Por Arturo Jauretche - HISTORIANDOLA

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La Zoncera N° 30 - El "milagro alemán". Por Arturo Jauretche


Ya que lo hemos traído de visita al "mago" de la economía germánica vamos a hablar del milagro
alemán, que no es ninguna zoncera pero que como zoncera se utiliza en el país. Veremos cómo. 

El milagro se habría producido por la aplicación de una panacea, el neoliberalismo, elaborado por
un economista de fantasía, nuestro huésped hipotético, y ha sido posible porque el alemán es
un pueblo de excepción al que, si bien le da por hacer jabón con cristianos, quiero decir judíos, y
ser terriblemente antidemocráüco con lo que merece su Nüremberg y todo lo demás, es también
una raza rubia del Norte de Europa, que como ya se sabe son las superiores según nuestros
antirracistas. 


La verdad es que al terminar la última guerra los vencedores — “la victoria no da derechos”, según
otra zoncera ya vista— se proponían aplicar a Alemania el Plan Morgenthau eliminando su
industria y reduciéndola a país exclusivamente agrario y artesanal. (Como se ve, un programa
parecido al de nuestros expertos económicos, para nosotros. Sólo que aquí, como no hemos
perdido la guerra, es para favorecernos).1 


El cálculo era que Alemania no pudiese sostener más que la cuarta parte de su población actual. 


Pero a los vencedores, "se les apareció la viuda", en este caso la Unión Soviética, y esto
convirtió a Alemania en la niña mimada de la democracia occidental. Le inyectaron "a bordo" los
recursos del "Plan Marshall" para poner en pie su poderío industrial. Y hasta se bandearon, porque
la industria alemana vino a estar más tecnificada —por más moderna— que la de sus protectores,
convirtiéndose de nuevo en competidora. 


Pero los divulgadores de la zoncera no mencionan estos pequeños detalles y prefieren insistir en
las condiciones peculiares de ese pueblo que desde el "Plan Marshall" y el peligro moscovita, vuelve
a ser una raza de primera. ¡Ah... si los argentinos fueran por lo menos alemanes... ya que no son
ingleses por  el desgraciado fracaso de las invasiones! 


Pero ocurre que hay otro milagro paralelo al alemán: el italiano. 


Este es el que se calla. 

Los italianos no tienen hierro, ni carbón, como los alemanes, ni como éstos, una tradición de alta
técnica industrial obrera y capitalista, ni financiera, ni comercial. Carecen de combustibles y los
demás elementos que caracterizan a los países típicamente industriales. Sin embargo "se mandaron"
su milagro, claro que también el "Plan Marshall" mediante. 


Italia sólo tiene a los italianos. Pero del "milagro italiano" como ejemplo importaría alterar todas
las reglas de la pedagogía colonialista". Pueden decirnos: Si ustedes fuesen alemanes podrían
hacer el milagro alemán. Pero no pueden decirnos: Si ustedes fuesen italianos podría hacer el
"milagro italiano", ya que si no somos italianos, casi lo somos. En ese caso, hablar del milagro,
sería estimulante y el objetivo del milagro, como zoncera, es que sea deprimente. 


Además importaría mostrar que el milagro se realiza en cada país de manera distinta, desde que
los países son distintos, y lo que la "pedagogía colonialista" quiere es que nos empeñemos en
hacer lo que no podamos y que no hagamos lo que podemos. Con lo que se ve que de una cosa
que no es una zoncera, el milagro alemán, se puede hacer una zoncera. En cambio no sería
zoncera divulgar el italiano y por eso lo callan, no sea que viendo los argentinos que hasta los
italianos pueden hacer milagros se metan a hacerlos, en lugar de andar mendigando al B.I.D., y
al F.M.I., al... por intermedio de los técnicos comisionistas. Se trata de una zoncera económica
por vía directa. Por vía indirecta correspondería vincularla a las zonceras denigratorias
doblemente: de lo italiano primero con el silencio, y de lo criollo después por la "comparanza". 


NOTA
1 Es interesante señalar que en el siglo XIX ya se pensó, por la división internacional del trabajo,
en aplicar a Alemania un plan parecido al Morgenthau, pero sin el pretexto del nazismo. Así
consta del informe de Sir John Bowring sobre la Unión Comercial Prusiana (año 1840), donde se
aconseja "bloquear la ofensiva económica alemana para convertir a ese país en una colonia
agrícola". Frederick Clairemonte (Liberalismo económico y subdesarrollo. Ed. Tercer Mundo,
Bogotá, 1963) cuenta cómo la transformación de la economía alemana fue maldecida por Metternich
y hostilizada por los Países Bajos, desde que éstos eran también proveedores de artículos
coloniales y manufacturados. Palmerston, el político inglés, considerado el máximo campeón de
la causa liberal en Europa, "desaprobaba el arancel prusiano que consideraba una amenaza para
el comercio británico".

Palmerston sostenía que había que borrar del diccionario comercial la palabra protección, pues
éste era "un principio atentatorio contra el progreso de cualquier país a cuyo negocio se aplicara",
zoncera que siguen repitiendo todos los agentes y continuadores de la política  de Palmerston. La política de la división internacional del trabajo va acompañada siempre de una generosa preocupación por la vida espiritual del país monoproductor de materias primas. Sobre el nacionalismo económico alemán, comentaban los ingleses.

Así, "Edimburg Ready" decía: "Al robustecerse el espíritu bárbaro del nacionalismo se prostituye la gran herencia filosófica de Leibnitz, Kant y Lessing", y el economista inglés Dawson glosaba con humour insular: "Hubiéramos preferido, es claro, que Alemania hubiera continuado concentrando su atención en la producción de música, poesía y filosofía, dejándonos el cuidado de proveer al mundo de máquinas y telas de algodón". Esto es, reservando la industria para Gran Bretaña y el pensamiento para los germanos. Como se ve, una división del trabajo en la que nosotros entraríamos con carnes, cueritos y lanas.

Todo iba a parar al país de más amplio estado de desarrollo gracias a los buenos oficios de la
división internacional del trabajo. Hasta los productos exclusivos de la inteligencia, como anota
muy bien Scalabrini Ortiz al señalar las consecuencias de la hegemonía de un solo país en el
más alto nivel de producción industrial y la indefensión de los otros para acelerar lo suyo: "En el
siglo XIX todo progreso, dondequiera que se engendrara, beneficiaba algún resorte de la economía
mundial británica". Como ocurre ahora con la norteamericana


Fuente: ARTURO JAURETCHE, MANUAL DE ZONCERAS ARGENTINAS 

a.peña lillo editor s.r.l 
1ª  Edición Noviembre de 1968
2ª  Edición Diciembre de 1968
3ª Edición Enero de 1969
4ª  Edición Junio de 1969
5ª Edición Junio de 1972
6ª Edición Noviembre de 197


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