A través de una combinación de academia rigurosa, financiamiento estratégico y ambición inquebrantable, Breasted sentó las bases de la egiptología moderna.
En un mundo dominado por arqueólogos europeos, John Henry Breasted emergió como una figura crucial para posicionar a Estados Unidos como líder en los estudios del antiguo Egipto, enfrentando las complejidades políticas y culturales de su tiempo.
El 27 de agosto de 1865 nacía en Rockford, Illinois, John Henry Breasted, el hombre que se convertiría en uno de los egiptólogos más influyentes del siglo XX. Con un enfoque pionero, Breasted consolidó la arqueología estadounidense en un campo dominado históricamente por Europa, sentando las bases para lo que hoy conocemos como egiptología moderna. Su visión transformadora no solo revitalizó la comprensión occidental del antiguo Egipto, sino que también marcó un antes y un después en la preservación y el estudio de las civilizaciones del Cercano Oriente.
Breasted, inicialmente formado como teólogo en el Seminario Bautista de Rochester, se desvió hacia la filología y luego hacia los jeroglíficos egipcios, motivado por un creciente interés en las raíces culturales de la civilización occidental. Este cambio de rumbo lo llevó a obtener el primer doctorado en Egiptología otorgado por una universidad estadounidense, específicamente la Universidad de Berlín en 1894, en un campo aún incipiente en América del Norte.
Su legado académico fue catapultado por el establecimiento del Oriental Institute de la Universidad de Chicago en 1919, financiado generosamente por John D. Rockefeller Jr. Este centro no solo permitió investigaciones arqueológicas en Egipto y Mesopotamia, sino que también albergó uno de los primeros proyectos sistemáticos de documentación de inscripciones y monumentos antiguos, una tarea hercúlea que Breasted supervisó con precisión meticulosa. Estas inscripciones, conocidas como el "Corpus de Textos Egipcios", son aún hoy una referencia clave para los estudiosos.
Sin embargo, su carrera no estuvo exenta de controversias. Breasted fue criticado por su afán de recolectar artefactos para enriquecer los museos estadounidenses, a menudo sin considerar los contextos culturales y políticos de los países de origen. Aunque su enfoque era común en su época, refleja las tensiones éticas y los dilemas que enfrentan los arqueólogos incluso en la actualidad.
Además, su interés por vincular los descubrimientos del antiguo Egipto con las narrativas judeocristianas fue tanto una herramienta de popularización como un arma de doble filo. Algunos lo acusaron de usar su influencia académica para reforzar perspectivas eurocéntricas, lo que avivó debates en torno al colonialismo cultural y la apropiación intelectual.
Breasted murió en 1935, pero su legado sigue siendo monumental. Gracias a sus esfuerzos, Estados Unidos se consolidó como un actor principal en el mundo de la arqueología y los estudios antiguos, y su influencia perdura no solo en las universidades y museos, sino también en el imaginario colectivo sobre el pasado humano.
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