En homenaje al nacimiento de Roberto Fontanarrosa, cada 26 de noviembre Argentina celebra el Día Nacional del Humorista. Su obra marcó un antes y un después en la cultura popular, combinando humor, crítica social y un estilo único que trasciende generaciones.
El 26 de noviembre de 1944, en Rosario, Santa Fe, nació Roberto Fontanarrosa, una figura indispensable para la literatura, la historieta y el humor en Argentina. Reconocido por personajes icónicos como "Inodoro Pereyra" y "Boogie, el aceitoso", Fontanarrosa no solo se destacó como creador de historietas, sino también como un narrador agudo de las contradicciones humanas. En su honor, esta fecha fue instituida como el Día Nacional del Humorista, una decisión que celebra no solo su obra, sino también el valor del humor como una herramienta crítica y transformadora.
Fontanarrosa, el cronista de lo cotidiano
Desde sus inicios en revistas como *Hortensia* y *Satiricón*, Fontanarrosa demostró un talento excepcional para capturar lo absurdo de la vida cotidiana. Sus historias, impregnadas de un humor que oscilaba entre lo sutil y lo descarnado, no solo hacían reír, sino que invitaban a reflexionar sobre temas complejos como la política, la identidad y las relaciones humanas. Con "Inodoro Pereyra", el gaucho existencialista, logró reinterpretar la figura clásica del héroe nacional, mientras que con "Boogie" llevó al extremo la caricatura del antihéroe machista y violento.
A pesar de su enfoque humorístico, Fontanarrosa evitaba simplificaciones. Su obra reflejaba un profundo conocimiento de la literatura y el lenguaje, algo que quedó demostrado en su famoso discurso sobre las "malas palabras" en el Congreso de la Lengua en 2004. En él, reivindicó el poder de las palabras consideradas vulgares como herramientas de expresión genuina.
El humor como resistencia cultural
El humor de Fontanarrosa no era apolítico ni superficial. Durante los años de la dictadura militar en Argentina (1976-1983), utilizó la ironía como una forma de resistencia. Sus historietas, publicadas en un contexto de censura y represión, se convirtieron en espacios de libertad donde los lectores podían encontrar críticas veladas al régimen y sus abusos.
Además, su obra trascendió las fronteras del papel. Sus cuentos, como "La mesa de los galanes" y "El mundo ha vivido equivocado", se adaptaron al teatro y al cine, llevando su visión única del mundo a un público más amplio.
Un homenaje que perdura
El Día Nacional del Humorista no es solo un reconocimiento a Fontanarrosa, sino también a todos aquellos que, como él, utilizan el humor para desafiar normas, cuestionar poderes y unir a las personas en momentos de adversidad. En este sentido, es un recordatorio de que el humor no es un lujo, sino una necesidad cultural.
En Rosario, su ciudad natal, su legado se mantiene vivo a través de murales, festivales y la biblioteca que lleva su nombre. En cada rincón del país, sus historias continúan siendo leídas y releídas, una prueba de que el humor, cuando es auténtico y valiente, tiene el poder de trascender el tiempo.
El eterno Fontanarrosa
Roberto Fontanarrosa falleció en 2007, dejando un vacío irreparable en la cultura argentina. Sin embargo, su obra sigue inspirando a nuevas generaciones de humoristas y escritores. En un mundo cada vez más complejo, su mirada crítica y su capacidad para encontrar lo extraordinario en lo ordinario son más relevantes que nunca.
Así, cada 26 de noviembre no solo celebramos su vida y su obra, sino también el poder transformador del humor. Porque, como el propio Fontanarrosa afirmó, “el humor nos salva de tomarnos demasiado en serio”.
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