Inocencia Fiscal: el perdón al dinero sucio, con sonrisa libertaria - HISTORIANDOLA

Breaking

Inocencia Fiscal: el perdón al dinero sucio, con sonrisa libertaria

El nombre es perfecto. No por honesto, sino por cínico. “Principio de Inocencia Fiscal” suena a garantía republicana, pero en realidad es otra cosa: una amnistía fiscal encubierta, diseñada para que el dinero no declarado circule sin preguntas incómodas. No importa de dónde venga, importa que se mueva.





La ley parte de una idea simple y peligrosa: el problema no es cómo se hizo la plata, sino que esté quieta. Entonces el Estado decide dejar de mirar. Se suben brutalmente los montos a partir de los cuales existe delito penal, se acortan los plazos para investigar evasión y se elimina la obligación de justificar consumos personales. Resultado: podés gastar, comprar, ostentar… y el fisco mira para otro lado.


El mensaje es claro: si evadiste poco o mediano, dormí tranquilo. El evasor cotidiano deja de ser un problema. El comerciante en negro, el productor informal, el que siempre operó en efectivo, pasan de sospechosos a “inocentes por principio”. No porque sean más honestos, sino porque ya no conviene perseguirlos.


Ahora sí, por fin, la igualdad ante la ley llega en serio. Veremos a los empresarios de talleres textiles clandestinos comprando casas o departamentos al contado, sin sobresaltos ni inspecciones molestas. Veremos al encargado del narcomenudeo del barrio estrenando auto importado, estacionado en la puerta, con sonrisa tranquila. Nadie preguntará de dónde salió la plata. Nadie cruzará datos. Nadie investigará consumos, incrementos patrimoniales ni estilos de vida. Total, el Estado decidió que mirar es persecución y que preguntar es ideología. Mientras el dinero circule, todo es inocente.


El gobierno se apura en aclarar que no se legaliza ningún delito. Formalmente es cierto. Pero el problema nunca fue el delito, sino el dinero. El narcomenudeo no lava millones en paraísos fiscales: lava consumiendo, mezclando efectivo con la economía real. Y esta ley es un lubricante perfecto para ese mecanismo: menos controles, menos reportes, menos radar fiscal.


Todo encaja demasiado bien con la moral libertaria extrema que inspira al oficialismo, la misma que predica Walter Block en Defendiendo lo indefendible: si no hay violencia directa, no hay crimen; si el intercambio es voluntario, el Estado no debe meterse. La plata no tiene olor, como decía el emperador Vespasiano en el Imperio Romano. Para Javier Milei tampoco: ya declaró varias veces su preferencia por las organizaciones criminales antes que el Estado, siempre y cuando el dinero circule sin interferencias públicas.


“Inocencia Fiscal” no es un principio jurídico. Es una renuncia política. Renuncia a saber, a controlar, a distinguir entre trabajo y delito, entre producción y saqueo. Es el triunfo de una ética simple y brutal: mientras la plata circule, todo está bien. Después no pregunten por qué el dinero sucio se siente cada vez más cómodo: ya le dimos la bienvenida.

No hay comentarios:

Publicar un comentario