La aplicación de políticas neoliberales desde 1976 sumió a Argentina en una profunda crisis que desencadenó inestabilidad política y represión. Desde la renuncia de Fernando de la Rúa en diciembre de 2001, el país experimentó un caos político con cinco presidentes en diez días. La represión alcanzó su punto máximo en junio de 2002, dejando dos jóvenes muertos y marcando un periodo de tensiones exacerbadas. Este artículo revisa el periodo crítico y la elección que llevó a Néstor Kirchner a la presidencia en 2003.
A fines de 2001, las políticas neoliberales aplicadas en Argentina desde 1976 culminaron en una crisis económica y social de proporciones devastadoras. La insurrección popular de diciembre de ese año provocó la renuncia del presidente Fernando de la Rúa, desencadenando un periodo de profunda inestabilidad política que dejó perpleja a la sociedad.
La sucesión presidencial fue un reflejo de la crisis política, con cinco presidentes en diez días. La provisionalidad de Ramón Puerta y la breve gestión de Adolfo Rodríguez Saá se vieron seguidas por el mandato de Eduardo Camaño, hasta que, finalmente, el 1º de enero de 2002, la Asamblea Legislativa eligió a Eduardo Duhalde como presidente.
Una de las decisiones clave de este gobierno fue devaluar la moneda argentina, poniendo fin a la "convertibilidad del uno a uno". Sin embargo, la protesta social persistió y la respuesta del gobierno, en muchos casos, fue la represión. El punto álgido se alcanzó el 26 de junio de 2002, cuando fuerzas conjuntas reprimieron brutalmente una movilización de desocupados, resultando en la trágica muerte de Darío Santillán y Maximiliano Kosteki.
La salvaje represión exacerbó las tensiones existentes y obligó a adelantar las elecciones para el 27 de abril de 2003. Los candidatos peronistas Carlos Menem, Adolfo Rodríguez Saá y Néstor Kirchner se presentaron en un contexto de crisis política y desconfianza ciudadana. En los resultados electorales, ninguno alcanzó el porcentaje mínimo para la presidencia, llevando a una segunda vuelta entre Kirchner y Menem. Sin embargo, el descrédito popular de Menem lo llevó a renunciar, permitiendo a Néstor Kirchner asumir la Presidencia en mayo de 2003.
Este periodo de crisis marcó un cambio significativo en la política argentina, pero la huella de la inestabilidad y la represión persistirían como elementos críticos en la memoria colectiva del país.
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