La Empresa Nacional de Telecomunicaciones (ENTel) fue una empresa pública argentina creada en 1946 por el gobierno de Juan Domingo Perón, tras la nacionalización de la Unión Telefónica, principal empresa del rubro en Argentina. Según estaba previsto el Estado mantendría sólo el 51% de la nueva empresa, mientras que el 49% restante estaría en manos privadas. Por esta razón, el nombre de la nueva sociedad fue Empresa Mixta Telefónica Argentina (EMTA).
En 18 de marzo de 1948 el Gobierno la rebautiza como Teléfonos del Estado. En 1956 la empresa cambió de nombre pasándose a llamar ENTel, denominación que mantuvo hasta su disolución en 1990, salvo durante un breve lapso en 1960 en el que se llamó Empresa Nacional de Teléfonos.
Lamentablemente para todos, usuarios y trabajadores, en 1990 el gobierno de Carlos Menem se dispuso su privatización total. A partir de allí la prestación de los servicios quedó en manos de Telecom (Región Norte) y Telefónica (Región Sur) empresas conformada por capitales extranjeros.
A continuación compartimos con todos ustedes un interesante artículo escrito por los muchachos de La Baldrich.
18 DE MARZO – NACIONALIZACIÓN DE LOS TELÉFONOS
El 18 de marzo de 1948, Perón firmaba los convenios que incorporan a los teléfonos al patrimonio del Estado, a través de la EMTA (Empresa Mixta Telefónica Argentina), que un año más tarde sería reemplazada por Teléfonos del Estado, luego de que el gobierno peronista comprobara el nulo interés de los empresarios de invertir en el negocio que había explotado hasta 1948 la Unión Telefónica, máscara del trust inglés ITT (International Telegraph and Telephone). El Estado dejaría de limitarse sólo al ordenamiento y aparente control de las empresas telefónicas, pasando a intervenir directamente en la provisión y venta de servicios. Esta es una fecha cumbre en la historia de la telefonía y del devenir de los trabajadores.
Además, este hecho sería el inicio de la etapa más extraordinaria de la telefonía argentina: en pocos
años, nuestro país se consolidaría como un líder en América Latina en prestación del servicio telefónico a través de la empresa estatal, que sería rebautizada con el célebre nombre de ENTel (Empresa Nacional de Telecomunicaciones).
años, nuestro país se consolidaría como un líder en América Latina en prestación del servicio telefónico a través de la empresa estatal, que sería rebautizada con el célebre nombre de ENTel (Empresa Nacional de Telecomunicaciones).
Después 42 años de administración estatal, y pocos años después del intento privatista del ministro “radical” Rodolfo Terragno, la red de telecomunicaciones volvía a la órbita del sector privado para dejar de servir al Pueblo argentino, entrega realizada bajo la presidencia del infame Carlos Menem.
ENTel, en el año previo a su pase al sector privado, fue intervenida y debió seguir a rajatabla las condiciones impuestas para el logro su privatización por parte del neoliberalismo, provocando un deterioro previo de la empresa tanto a nivel operativo como también en activos reales y cantidad de empleados para hacerla mas “accesible” a los futuros compradores extranjeros. Este procedimiento era común y necesario según el modus operandi utilizado por quienes confeccionaban los pliegos de estos actos contra el interés nacional.
El proceso de desguace de la empresa fue conducido la tristemente celebre María Julia Alsogaray, quien merecería el mote de traidora a la Patria, siendo ésta una de las primeras privatizaciones del gobierno menemista, orquestadas desde el extranjero (Consenso de Washington) y ejecutadas en el país por sus sirvientes, como José Roberto Dromi, el entonces Ministro de Obras y Servicios Públicos.
La decadencia programada chocaba con la realidad de la compañía telefónica estatal, distinta a las intentonas justificadoras de la privatización: ENTel, a pesar de sus limitaciones, era una empresa en expansión y a fines de los años ’80 había acelerado su crecimiento teniendo en cuenta la cantidad de líneas en servicio y teléfonos en funcionamiento.
En el período 2003-2015 el Estado avanzó en materias como la recuperación del espacio radioeléctrico, en materia satelital, en TV digital pública, e incluso con la reserva de sectores de banda para una posterior explotación por parte del mismo, pero en materia de telefonía la deuda pendiente continúa.
Los operadores privados de servicios de telefonía, internet y telefonía celular están más vivos que nunca y son propiedad de multinacionales extranjeras. Estas empresas, sin excepción, generan siderales beneficios anuales, gran parte de los cuales son girados a sus respectivas casas matrices, provocando así una creciente fuga de capitales.
De acuerdo a la lógica del privado concesionario de un servicio público, si lo opera, es por que dicha operación deja una cuantiosa ganancia, ganancia que, al igual que con YPF, podría quedarse en el país y ser utilizada en reinversión para ampliación y mejora de los servicios.
Ahora, la pregunta es, ¿Por qué los argentinos debemos financiar el lucro de unas pocas empresas oligopólicas (Telefónica-Movistar-Speedy, Telecom-Personal-Arnet, Claro, etc.) a costa de las mejoras del servicio que podrían hacerse con dichas cuantiosas ganancias, beneficiando así al conjunto del Pueblo Argentino?
Es por eso que, desde La Baldrich decimos ¡Teléfonos e internet para el Pueblo!
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