El Precio del Progreso: Exclusión y Marginalidad en la Argentina del 80 - HISTORIANDOLA

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El Precio del Progreso: Exclusión y Marginalidad en la Argentina del 80

La élite argentina de finales del siglo XIX, conocida como la "Generación del 80", impulsó un proyecto de nación basado en la educación, el progreso y la exclusión de lo autóctono.



La "Generación del 80" fue un grupo de intelectuales, políticos y científicos que, inspirados por el positivismo europeo, impulsaron un modelo de desarrollo que priorizaba el orden y el progreso. Este proyecto, sin embargo, marginó a la población autóctona y a los sectores más vulnerables, consolidando una visión elitista y excluyente de la sociedad argentina. A través de la literatura y el discurso político, figuras como Domingo Faustino Sarmiento propusieron un camino hacia la "civilización", dejando en evidencia una profunda tensión con la "barbarie" representada por los gauchos y las comunidades indígenas.


La "Generación del 80" es un término que encapsula una época y un grupo de personajes influyentes en la historia argentina. Este conjunto de élites no solo incluía a los terratenientes de Buenos Aires, sino también a escritores, periodistas, políticos y científicos que compartían una visión liberal y positivista del mundo. Esta generación, activa durante los últimos años del siglo XIX, fue clave en la consolidación del proyecto de nación que buscaba transformar a Argentina en un país moderno y civilizado, en línea con los estándares europeos.


El lema de esta generación, "Orden y Progreso", reflejaba su aspiración de construir un país basado en el avance científico, la razón y el desarrollo. La idea de "progreso" estaba íntimamente ligada al orden, considerado esencial para el desarrollo económico y social. Según esta visión, el Estado tenía el deber de garantizar el orden, incluso a costa de la represión y la exclusión de aquellos considerados "bárbaros" o atrasados.


Domingo Faustino Sarmiento, una figura central de esta generación, encarnaba esta dicotomía en su obra más conocida, *Facundo*. En este libro, Sarmiento presenta la clásica disyuntiva entre "civilización o barbarie", donde la civilización es representada por la educación, el desarrollo y la urbanización, mientras que la barbarie se asocia con la población autóctona, los gauchos mestizos y las comunidades rurales. Para Sarmiento, el progreso de la nación dependía de la eliminación de estas "fuerzas bárbaras" y la importación de inmigrantes europeos que traerían consigo los valores de la civilización.


Este pensamiento, influenciado por el positivismo europeo, no solo permeó la literatura y la política, sino también la educación y las políticas públicas. La "Generación del 80" impulsó reformas educativas que buscaban homogenizar y europeizar la sociedad argentina. La educación se convirtió en una herramienta de civilización, destinada a inculcar los valores de la modernidad y el progreso, y a erradicar las costumbres y tradiciones consideradas primitivas.


Sin embargo, esta visión de progreso tenía un lado oscuro. La insistencia en la superioridad de la cultura europea y la marginación de la cultura local llevaron a la exclusión y a menudo a la represión de amplios sectores de la población. Los gauchos, que eran vistos como símbolos de la resistencia a la modernización, fueron estigmatizados y perseguidos. Del mismo modo, las comunidades indígenas fueron despojadas de sus tierras y sometidas a una asimilación forzosa, en un intento de "civilizarlas".


La literatura de la época reflejó esta tensión entre la civilización y la barbarie. Mientras que Sarmiento y otros intelectuales de la "Generación del 80" promovían una visión de progreso alineada con Europa, escritores como José Hernández y Eduardo Gutiérrez ofrecieron una visión contraria. En obras como *Martín Fierro* y *Juan Moreira*, estos autores recuperaron y valoraron la figura del gaucho, presentándolo no como un símbolo de la barbarie, sino como un representante auténtico de la cultura argentina, injustamente marginado y perseguido por las élites.


Esta dualidad entre civilización y barbarie no solo fue un debate literario o académico, sino que tuvo profundas implicaciones políticas y sociales. La "Generación del 80" promovió políticas que beneficiaron a la élite terrateniente y consolidaron un modelo económico basado en la exportación de materias primas. Este modelo, aunque exitoso en términos de crecimiento económico, profundizó las desigualdades sociales y regionales, dejando a amplios sectores de la población al margen del progreso.


El legado de la "Generación del 80" es complejo. Por un lado, sentaron las bases para la modernización de Argentina, promoviendo la educación, la infraestructura y el desarrollo económico. Por otro lado, su visión elitista y excluyente contribuyó a la creación de una sociedad profundamente desigual y polarizada. La insistencia en una única forma de progreso, basada en la imitación de Europa, ignoró y desvalorizó las culturas y tradiciones locales, creando tensiones que aún resuenan en la Argentina contemporánea.


En resumen, la "Generación del 80" fue un grupo de élite que, aunque con buenas intenciones de modernizar y desarrollar el país, implementó un proyecto de nación que marginó a amplios sectores de la sociedad. Su insistencia en la dicotomía civilización-barbarie, y su admiración casi ciega por la cultura europea, dejó una marca indeleble en la historia argentina, cuyo legado sigue siendo motivo de debate y reflexión.


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